A veces las ideas quedan empantanadas en el océano de la retórica y terminan siendo simplemente eso. Ideas, buenas o malas, que no se cristalizan. Pero otras veces los planetas se alinean y las ideas pasan al plano práctico de la concreción, explotan, no paran de crecer y terminan convertidas en un clásico. Sucedió así con la Fiesta del Deporte de LA GACETA. De una idea arrojada  a la mesa de debates, allá por 2002, nació esta premiación que Tucumán espera y reclama cuando diciembre toca a la puerta. Y claro, siempre hay una historia para contar, en este caso con la necesidad de retroceder 22 años en el almanaque. 

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Todavía aturdido por la debacle de 2001, el país buscaba atajos para sortear la crisis socioeconómica. Todo tambaleaba, y aún así el deporte decía presente. Las federaciones mantuvieron sus calendarios durante ese incierto 2002, los torneos salieron adelante; solos o en equipo, los deportistas hacían malabares y competían en el plano nacional. Algunos hasta viajaban al exterior. ¿Cómo no reconocer el esfuerzo de quienes salían adelante en medio de los escombros? Ahí había una primera chispa.

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Se realizaban otras premiaciones durante esos años, pero faltaba una articulada, independiente de la opinión de las federaciones, óptima desde el sistema elegido. ¿Quién mejor que LA GACETA para organizarla, el único medio que cubría absolutamente todas las disciplinas con un plantel de periodistas especializados? Pero no bastaba con escoger al más destacado del año en cada deporte, también se imponía elegir al número uno, el mejor de la temporada. Y en ese caso no podía ser una decisión interna, sujeta a polémicas; y allí surgió otra idea: la del “jurado de notables”. Un selecto team convocado por invitación e integrado por deportistas -algunos retirados, otros en actividad-, entrenadores, dirigentes y representantes de medios. Votarían en secreto, durante un acto avalado por un escribano, y el nombre del ganador quedaría guardado en un sobre lacrado.

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Entusiasmada con la propuesta, LA GACETA anunció que la premiación tendría una fiesta como marco. Se corporizó de inmediato el desafío de darle forma a ese encuentro, cuya primera sede fue Locos X el Fútbol, un restó muy de moda -ya desaparecido- en la calle 25 de Mayo, a una cuadra de la plaza Urquiza. Fue al mediodía, con asistencia perfecta y un menú de ravioles de calabaza. José María Núñez Piossek obtuvo el galardón principal, entregado por Alberto García Hamilton, entonces presidente del Directorio de la empresa. Se esperaba un resultado satisfactorio, pero el éxito superó todas las previsiones.

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Como sucede en estos casos, las expectativas empezaron a apuntar bien alto. Locos X el Fútbol estuvo bien, pero el tamaño del local imponía un aforo ajustado a los deportistas y el jurado. ¿Qué hacer con el público, deseoso de asistir al espectáculo? ¿Y con los invitados? Se imponía un cambio de escenario y nada mejor que un teatro en ese sentido. Así la Fiesta del Deporte desembarcó en el Alberdi y fue tomando la forma de un show, que en ocasiones incluyó música, performances, coreografías y DJs, y hoy abarca la transmisión en directo por TV, streaming y redes sociales. Cuando el Alberdi quedó chico se produjo el lógico salto al teatro San Martín. En otras ocasiones se optó por amplios salones de hoteles, siempre con la premisa de que nadie se quedara afuera.

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El crecimiento de la Fiesta del Deporte se disparó en múltiples direcciones. Por ejemplo, en la cantidad de disciplinas galardonadas, que llegaron a ser más de 30. Durante numerosas ediciones, al mejor del año se le entregó un trofeo artesanalmente diseñado, con una base de madera y la figura en metal del histórico “gacetero”. Y pronto se presentó un cuello de botella: ¿qué hacer con aquellos tucumanos que habían brillado fronteras afuera, aunque sin haber competido en territorio local? La solución fue la implementación de menciones especiales, que rápidamente se extendieron a entrenadores y dirigentes. La cuestión es que en muy poco tiempo el premio de LA GACETA alcanzó tal trascendencia que hoy rivaliza en importancia con los que se otorgan en otras provincias. Y no son muchos.

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Desde el primer día la organización de la Fiesta del Deporte implica trabajar en equipo. Esa es la clave de su éxito. Durante muchos años la coordinación de Teresa Barrionuevo y Carmen Carlino resultó decisiva. Luego esa misión fue cambiando de manos. A la hora de entregar los premios la familia de LA GACETA dice presente con la presencia de representantes de todas las áreas. El resultado es que desde 2002, cuando prendió aquella idea de distinguir a los mejores deportistas tucumanos, cada elección resultó impecable e irreprochable. Fue el objetivo inicial y no ha dejado de cumplirse.